San Blas nació en Armenia en el siglo III. Médico y obispo en la ciudad de Sebaste, sufrió las persecuciones de los emperadores Diocleciano y Licinio por ser cristiano, falleciendo el 3 de febrero del año 316 martirizado. Su cuerpo fue desgarrado con garfios de hierro y decapitado.
Se le atribuye la cura milagrosa a un niño de una espina atravesada en la garganta, motivo por el que se le considera el protector de los enfermos de la garganta y patrón de los otorrinolaringólogos, además de muchas localidades. Su onomástica se celebra cada 3 de febrero.