Sobre todo en esta época de tantas compras. Hoy en día ya no es tan frecuente que la ropa lleve esos enormes pines para que piten al salir del comercio si no los han quitado, o que las bebidas alcohólicas y colonias vayan dentro de una caja de pasta. Ahora lo que se lleva es pegar un parche a los envases o coser una etiqueta más en el caso de las prendas junto a las típicas de composición y consejos de lavado. Y tantos dispositivos que usan RFID para evitar los hurtos acaban por coincidir en los identificadores unos con otros. Supongo que por reutilización por parte de una misma empresa.
En el mejor de los casos lo normal es que nos demos cuenta de que algo de nuestra ropa alerta a los sistemas del comercio en el momento de entrar. Pero también se da el caso a veces de que nos enteremos al salir, y entonces en medio de la vergüenza de toda la gente mirando, sospechando que hemos intentado llevarnos algo sin pagar, tenemos que empezar a dejarnos registrar por el tendero o guardia de seguridad hasta que alguien cae en la que ya va siendo una pregunta habitual: «¿lleva usted alguna etiqueta de esas anti-hurto en la ropa?». Y si es nuestro día de suerte en el chaquetón mismo o la camisa encontraremos a tan gracioso dispositivo.
Insisto en que muchas más cosas de las que pensamos incluyen ya etiquetas o parches de estos, y sin embargo en el momento de la compra no se nos suele advertir de ellos. Hay algunos fabricantes que por si el cliente es curioso invitan a cortarlas mostrando una línea de puntos, pero hay otros que ahí lo dejan puesto y te hacen pasar el apuro saliendo del Dia porque llevas unas tiritas que el sistema de seguridad se ha empeñado en chivar que están siendo robadas. Aunque la caja vaya que se cae a pedazos y queden cuatro tiritas. Y esto último es un caso real. 😮
No olviden quitarlas.
A mí me pasó una vez, fue en una tienda tipo «Todo 100», para colmo. En mi caso fue culpa de la vendedora, me pitó la alarma al salir por la puerta y claro, toda la gente mirando (vamos, que no tengo otra cosa que hacer más que ir a robar chatarra al Todo 100…). Pues tres veces tuve que pasar por la puerta, la gente ya estaría pensando que era una ladrona, eso es lo que más fastidia. Al final apareció el dueño de la tienda (que casualmente yo le conocía) y la vendedora se llevó un buen rapapolvo, porque claro, había sido culpa de ella que se había dejado puesta una etiqueta de esas en uno de los artículos. Asco de etiquetas…
Para unas cosas tanta presunción de inocencia pero para estas ya ves cómo todos enseguida miramos raro al presunto, o presunta. Y tanta pegatina al final pasa que los códigos se repiten y los anulan de unas tiendas pero de otras no. Al menos aprendimos la lección 🙂