Conforme más oigo lo de que esta y el mermelada, Jorge Javier Vázquez, van a presentar las campanadas más me convenzo del negocio que ha vaticinado Telecinco. No acostumbro a escribir sobre el chismorreo de nuestra telebasura cotidiana, pero ya hasta en la Nochevieja vamos a tener a este par de personajes.
Atrás quedaron aquellos años con los vestidos de la Borregón Obregón y la capa de Ramón García en la Puerta del Sol de Madrid con los que nos comíamos las uvas. Ahora parece que se lleva el lema de que cuanto más disparatada sea la idea pues mejor. Un lema que parece que Telecinco comprende mejor día tras día puesto que si ya tenemos el programa casposo ese del Sálvame a diario, ahora tampoco en las campanadas nos íbamos a librar de sus dos principales ídolos.
Y la gente dirá o pensará que para qué van a ver a la Esteban dando las campanadas, que esa mujer no representa a la clase obrera española sino más bien en lo que la televisión es capaz de convertir a una persona de a pie —y lo mismo aún no ha acabado el proceso—. Pero seguro que al margen de quien se niegue a verla habrá un montón de personas que sí que querrán verla.
Familia, amistades, vecinos de su barrio, ex-novios de sus tiempos mozos, ligues rechazados, gente que la odia, marujas envidiosas, morbosos con el sentido del gusto desviado, curiosos pendientes de la evolución de ese tabique nasal, diseñadores que quieran tomar nota de lo que no tienen que imitar esta temporada, gente que los fines de semana dice que no hay nada que ver en la tele y que ponen entonces los programas de marujeo, y por supuesto quien aguarde a ver qué metida de pata hace ante las cámaras. Además de que lo nuevo ya se sabe que siempre llama la atención.
En resumen, un montón de gente que por uno u otro motivo querrá ver a esta mujer y al mermelada con su mala leche característica y los anuncios que Telecinco haga los verá entonces mucha gente y podrá cobrarlos más caros. ¿Suena bien el negocio? 😉