Matrimonios de corta duración

Nada es para siempre. Ni siquiera las bodas. Todos conocemos casos de matrimonios que se han roto. Pero lo que no conocemos tanto son casamientos que hayan batido récords por su corta duración. Suena extraño pero los hay más de lo que pueda parecer.

Durante un tiempo creí que la plusmarca la conservaba un matrimonio de un periodo de duración aproximada de nueve meses. Justo lo que dura un embarazo. Un caso en el que el bebé vino con un tono de piel que inquietó a todos. El tono que alguna gente llamaría «café con leche» resultó tener su origen en la noche de la despedida de soltera, de la por aquel entonces novia, según confesó esta tras las reiteradas presiones de la suegra. Jolgorio con las amigas, sala de striptease, varón bien dotado de melanina y otras cosas. Los médicos pusieron de su parte intentando convencer a la gente dudosa de los caprichos y probabilidades de la naturaleza. Pero ya se sabe la fama de las suegras.

Sin embargo […] (continuar leyendo)

La misinda

Inspirado en reflexiones como las de #SeñorasQue analizan al terrorista sentimental, yo podría compartir la de «la misinda». Una manera como tantas de denominar a ese tipo de mujer del que todos conocemos gran cantidad de ejemplares y que nunca estamos a salvo.

La misinda es esa clase de mujer, aunque a veces puede que sin clase, que aparece precisamente en un día en que necesitas ser escuchado o tener una pausa en tu rutina. Con unas palabras cariñosas adornadas de risas ñoñas, miradas de comprensión y voz dulce irrumpe en tu vida despertando en ti una llamativa complicidad. Resulta a su vez como un oído generoso y paciente que sabe escuchar como nadie pero con una boca que sabe callar como menos aún. Porque ella siempre evitará hablar de sí misma.

La misinda te invitará a que le cuentes tus problemas y pensamientos sin apenas manifestarte opinión alguna. Y si de verdad quieres que se calle invítala a que te hable de sí misma, de su vida, de su pasado, de sus planes, de sus desamores. Con ella no descubrirás la riqueza del español, porque para evitar contestar a lo planteado dirá «no sé» o cambiará a un rostro triste acompañado de un «prefiero no hablar de ello». Y entonces erróneamente caerás en su red […] (continuar leyendo)