De una madre abogado

Ser abogado es de las profesiones de las que peor he oído hablar fuera de casa desde que era pequeño. Pero me parece una vocación que requiere de años para ser valorada con justicia, y nunca mejor dicho, como los que mi madre me ha brindado.

Mis primeras nociones acerca de la existencia de esta vocación se remontan al repiqueteo por las noches de las teclas de una Hispano Olivetti —creo que Lexicon 80— combinados con mis llantos a la mañana siguiente cuando la mecanógrafa por obligación se marchaba a trabajar, muy en contra de mis deseos de hijo madrero. De por aquel entonces también tengo vagos recuerdos de carpetas de papeles de dos o tres dedos de grosor, a los que yo tenía terminantemente prohibido poner la mano encima so pena de azote por motivos obvios y mis vocaciones artísticas con las témperas, de las que alguna pared de casa daba fe. Además, ya en aquel tiempo para mí esos tochos de folios eran sinónimo de madre ocupada, motivo por el que les cogí mucha manía, deseando día tras día que dejasen de aumentar. A pesar de lo cual, más tarde invertiría mi odio para pensar que mejor cuanto más espesor tuvieran.

Sin embargo mi cercanía con la abogacía comenzó unos años antes […] (continuar leyendo)

Anotaciones para un CPD

Montar un centro de procesamiento de datos o una sala de máquinas es de esas cosas sobre las que todo el mundo sabe pero que pocos quieren echarse al hombro. Es fácil acabar aglutinando a un montón de empresas de distinto oficio y beneficio, cada una encargándose de una cosa, pero sin una supervisión común ni fina. Lo cual suena a tiquismiquis, pero asegurarse de que todo quede como debe ahorrará muchos quebraderos de cabeza y misterios a futuro.

El que escribe esto es como todos, con muchas ideas, pero que tampoco sabe diseñar la construcción de un Centro de Procesamiento de Datos de principio a fin. Sin embargo puedo aportar algunos detalles.

Ubicación. Partimos de la base de que vamos a tener una sala llena de máquinas con un considerable valor económico, pero que a su vez van a albergar una información y prestar un servicio con mucho más valor, que es el que realmente va a dar dinero. De manera que es necesario elegir un lugar con:

  • Acceso restringido. Que no sea el c**o de la Bernarda.
  • Unas variables físicas estables. No como el desierto con sus cambios de temperatura.
  • Una temperatura del aire que absorben las máquinas comprendida entre 24 ºC y 26 ºC o incluso mayor. Es una moda de los últimos años a favor de un menor derroche energético, que depende también de las máquinas y sus especificaciones. En CPD de lugares públicos, esos cuya factura de la luz pagamos entre todos, siguen con configuraciones de 19 ºC y tan pichis.
  • Una humedad relativa en torno a un 50 %. Este valor también depende de las especificaciones de las máquinas, pero si es baja pueden soltarnos chispotazos porque se carguen de electricidad estática, y si es alta los componentes empezarán a enrobinarse y tendrán una vida útil menor, cuando no empiecen antes a dar problemas misteriosos que nos hagan perder muchas horas intentado resolverlos.
  • Un entorno con bajo riesgo de catástrofes. Poco importa ponerle la puerta de un búnker, si luego está en un sótano, vienen lluvias torrenciales, el alcantarillado se inunda, los sumideros empiezan a expulsar agua en lugar de succionarla, las bombas de achique no dan abasto o se quedan sin suministro de electricidad,.. Como levantino sé bien que eso puede pasar.

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