Convivencia

Una vez más el dúo dinámico compuesto por Artecar y Senovilla invitó a todo aquel que quisiera a escribir sobre convivencia, como hace un año ocurriera con el tema solidaridad. Aunque no me inscribí en ninguna lista de participantes, casi a diario me encontraba con algún pío de Senovilla sobre el tema que me recordaba el evento y amenizaba la finalización del proyecto y esta mano escayolada, hasta que ha llegado el día. Voy a intentar explicarme pues.

Según la Real Academia Española convivencia es la acción de convivir, y convivir a su vez consiste en vivir en compañía de otro u otros. Sin embargo cada cual tenemos nuestra definición y más explayada. Para mi la convivencia se basa en vivir y dejar vivir, respetar y ser respetado, disfrutar y dejar disfrutar, pero implicándose y no siendo meros espectadores. Como una relación que bien llevada puede hasta ser una simbiosis satisfactoria para ambos. Pero lamentablemente muchas veces se ve afectada por malas influencias como la hipocresía, la mentira, la perfidia,.. Y por tanto requiere en ocasiones de un poco de precaución porque como dicen las abuelas ahora hay mucha gente mala.

En realidad la convivencia tiene cierta relación con la solidaridad, aunque una sin la otra no son iguales de beneficiosas. Por ejemplo esta tarde iba por la calle esquivando las cagadas de perros cuyos dueños no practican convivencia alguna con el resto de viandantes, aunque luego quizás sean los primeros en ir corriendo con el animalico a gastarse medio sueldo porque cojea. Pero cuando se traslada la convivencia al trato directo entre personas se hace necesaria la solidaridad. Por ejemplo convivir, en el sentido estricto de la palabra, es encontrarse por la calle a un vagabundo postrado que pide limosna y desviar ligeramente nuestra trayectoria para no pisarlo y que siga viviendo de aquella manera. Sin embargo una convivencia acompañada de solidaridad es no apartarse, sino seguir andando hacia él, detenerse, e invitarle a un bocadillo y a que nos cuente sus problemas para tratar de ayudarlo en lo posible.

Con esto quiero decir, y sin entrar en temas de moda como la alianza de civilizaciones y demás publicidad barata de los que se las dan de salvapatrias, en que la convivencia como tal está muy bien. Pero que sin unas reglas de convivencia, valga la redundancia, ni una sociedad con valores ésta sirve de poco. Ahora está muy de moda la sensibilidad hacia los que son diferentes a nosotros, poner cara de pena cuando en televisión nos ponen a un famélico negrito Africano y demás. Sin embargo en cuanto salimos a la calle nos introducimos en los pabellones auditivos un par de altavoces diminutos conectados a un reproductor con nuestra música favorita, nos cubrimos los ojos con unas gafas que cuanto más grandes mejor y nos vamos a hacer nuestra vida al margen del entorno. A nuestra bola. Pensando en que con no molestar a los demás es suficiente. Y no. El día tiene innumerables instantes en los que podemos ayudar a los demás, como a la vecina mayor que ya no puede con las bolsas por citar un ejemplo. Convivir no sólo es mirar y dejarle pasar. Es también ayudar a que ella y los demás vivan de una manera digna.

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