El negocio de los adoquines en Cartagena

Debe ser cuestión de azar, de que ya no se hacen materiales como los de antes, de que quienes los ponen no saben ponerlos, de que no se elige el material adecuado, de que no se instalan pensando en el peso del tráfico que tienen que poder soportar, de que no les añaden un buen sistema de desagüe,.. No está bien pensar mal, pero cuando uno se pasea por otras calles que están con adoquines un montón de años y no hay ni uno solo descolocado, cuesta pensar bien sobre los actuales.

Las otras tardes con esto de la lluvia me pareció estupenda la ocasión para hacer unas fotos cutres con el móvil a los adoquines de las calles del Aire y Serreta de Cartagena. Cualquiera que pase por la zona, aunque sea ciego, puede darse cuenta del estado de los adoquines, que cuando pasa un coche van haciendo ruido entre ellos. Además del de la suspensión del automóvil mientras trata de sortear los baches. El adoquinado de estas dos calles da pena.

Adoquines encharcados de la calle del Aire En el caso de la calle del Aire no sé ya si van por la tercera o cuarta tanda de cambio de adoquines. Al principio parecía que iban a ser de los buenos. Pero tuvo que fallar la elección del tamaño del adoquín, la colocación o la profesionalidad de los chapuzas, porque están sueltos. Para los oídos hacen música con el paso de cada vehículo, pero para cualquiera que cruce la calle o los portapasos de Semana Santa se den un traspiés están al pelo. Aunque las calles tienen guardados más secretos para la Semana Santa. Tienen los desagües en el centro de la calle, pero por la imagen parece que la evacuación del agua falla y por ello hay tantos que ahora no están bien agarrados con masa y se mueven. El Ayuntamiento ha informado de que los arreglará, pero ¿será otra ñapa? Ya veremos.

Adoquines con charcos en la calle Serreta Adoquines con charcos en la calle Serreta En el caso de la calle Serreta, Caridad más adelante, la cosa casi que está peor. Recuerdo que hace pocos años cuando los estaban poniendo cada mañana amanecía la calle con unos cuantos levantados. Levantados literalmente, que te los encontrabas quitados y puestos sobre algunos bien puestos. Porque los cartageneros somos gente peculiar y cuando algo no nos gusta en puesto de usar sólo las vías civilizadas nos dedicamos a sabotear también. Hubo que vigilar la obra por las noches para ahuyentar a los saboteadores. Una vez acabados de poner quedaron bonitos, hay que reconocerlo. Pero a día de hoy tienen un montón de baches. Conducir sobre ellos es como meterse con el coche por un camino y de los malos, que un camino por el que haya pasado el tractor hace poco con la traílla está mucho mejor. La cantidad de charcos que se ven en este par de fotos delatan por sí solos los hundimientos de la calle.

Quizás por motivos parecidos los romanos le cobraban un impuesto o les prohibían el acceso  —no lo recuerdo bien— a los carros con las ruedas finas por las calzadas, porque las deterioraban. Pero un montón de años después los gobernantes siguen sin enterarse bien de que si se pone pavimento delicado entonces hay que tener cuidado con los vehículos que se dejan que circulen sobre él. Aunque en Murcia y Valencia he visto varias calles adoquinadas y que no están de penosas como las nuestras por las que circulan vehículos también. ¿Será que se han sabido buscar mejores obreros?, ¿no tienen empresas de obras amigas para que al poco vuelvan y tengan trabajo de nuevo?, ¿tienen mejores técnicos y les han hecho caso? Un misterio.

Esto último de los técnicos también tiene su miga. Ellos mismos saben que tanto asfaltarlo, enlosarlo y adoquinarlo todo es una hoja de doble filo. Pero los vecinos muchas veces son los primeros en pedir que sí, que se hagan aceras muy anchas, aunque sea una calle por la que pasan cuatro gatos, pero que luego cuando llueve y hay más encharcamientos también son los primeros en quejarse. Y es que dicen los expertos que también hay que dejar tierra al descubierto y no cubrirlo todo, porque cuando llueve si no pasará lo que ha pasado en estas fotos y en otras tantas calles. El agua no tiene apenas por donde ser drenada, se estanca y se levantan losas y adoquines. No obstante ello también va combinado con una mala planificación y puesta de las losas y adoquines, porque de las losas-trampa tan graciosas cuando llueve también hay para otra historia.

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