Las madres 4×4

Están por todos lados en cuanto es la hora de entrar o salir de la escuela. Antes acostumbraban a ir andando, o en un coche pequeño, e incluso con el paso de los tiempos a quedarse charlando en la puerta del colegio incluso un buen rato después de que el/la chiquillo/a hubiera entrado a clase, pero en los últimos años han recobrado más fuerza gracias al aumento de la posibilidad de que cualquiera pudiera tener un vehículo todoterreno —aunque con la crisis menos a pesar de que en la tele siga pareciendo que las madres no conducen—.

Para entender esto hay que vivirlo, pero a casi cualquiera le habrá sucedido más de una mañana. Usas el coche a diario, o lo mismo no pero ese día te has levantado con poca ansia deportista, o tienes que llevar mucho peso y no quieres acabar con los brazos como una goma elástica. Así que por el motivo que sea vas en coche, y no pasa mucho tiempo hasta que empiezas a notar el típico atasco de por las mañanas, por un lado totalmente comprensible si tanta gente coge el coche.

Sin embargo esa sensación de atasco, de ver como pasan los minutos en el reloj del coche aunque apenas avances una miaja de metros, empieza a hacerse ya insoportable cuando estás cerca de algún colegio. Piensas y todo en la eficacia de esa remodelación que hicieron para dotar a esa calle de dos carriles en un único sentido mientras se empiezan a oír los pitidos de los vehículos de tu alrededor.

Como puedes vas avanzando, a paso de tortuga claro está, y cerca del colegio al que te aproximas porque no tienes más remedio que pasar por delante de él dada la combinación de calles que atraviesas en tu trayecto, empiezas a ver coches en doble y triple fila y también a los del tipo todoterreno que por, no se sabe si no molestar o porque no encontraban donde dejarlo, están subidos en las esquinas, en aceras contiguas a pasos de peatones, que llegan a molestar más que los demás.

Bueno, sigues pensando, yo también fui pequeño, y amor como el de madre no hay ninguno, aunque mi madre hubo veces que ni pudo acompañarme porque se le hacía tarde para el trabajo. Pero cuando levantas un poco la mirada te das cuenta de que ya no quedan escolares por fuera del colegio, sólo madres, algunas hasta apoyadas en los coches que están estorbando, otras con la puerta ya abierta pero como que no se deciden a marcharse porque la conversación parece interesante, pero ellas cacareando como si nada, como si estuviera en sus manos la seguridad nacional ante un inminente ataque. Aunque como ya vas pasando la causa del atasco entonces el tráfico ya vuelve a ser más fluido.

Desde luego que allá cada cual falsificando la declaración de la renta o poniendo que los hijos viven con los abuelos que tienen la casa cerca del colegio concertado al que quieren llevar a los hijos, pero eso no justifica el dejar el coche estorbando y olvidarse de los demás cuando ya el pequeñajo ha entrado a clase. Suena radical, pero la mayoría de coches que montan el taco es por eso, no porque les pille de paso la escuela a los padres, o pararían el tiempo justo para no llegar tarde al trabajo.

Imagen → Catholic.net – Una madre «Todo Terreno»

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