Ayer hubo una reunión más de sus Magistrados sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña para no decidir nada [ABC]. Al margen de la mayor o menor constitucionalidad del mismo, lo de este órgano me parece ya de vergüenza, de borrón y cuenta nueva, de echarlos y que ocupen sus puestos otros mejores profesionales. Ya van camino de cuatro años de marear la perdiz.
Me cuesta imaginar a unos médicos que tengan durante ese tiempo a un paciente con cáncer porque no se ponen de acuerdo en el tratamiento. O a la NASA que tenga a unos astronautas que se quedan sin víveres porque no se ponen de acuerdo los ingenieros en cómo hacérselos llegar. O a unos bomberos con una casa en llamas porque no se ponen de acuerdo en el lugar de la vivienda por el que acceder. O a unos policías haciendo una persecución de un conductor suicida al que no interceptan porque no se ponen de acuerdo en quién debiera dispararle a las ruedas. O a un fontanero en una casa con una tubería reventada echando agua a chorro porque no se decide por la tubería a poner. O a un camionero al que se le estropea la mercancía porque no decide la carretera por la que echar. A cualquiera de estos lo echarían del trabajo por no cumplir con su función.
¿Entonces qué hacen estas personas en ese cargo si no cumplen con su trabajo? No es un misterio la realidad de que no forman parte de un poder independiente, que son puestos a dedo por los políticos y que encima a unos los etiquetan de progresistas y a otros de conservadores, cosa que no entenderé jamás cómo se les puede hacer, como si antes que personas y magistrados al servicio de un país fueran de una ideología —la que los ha puesto. Pues si como todos sabemos no se deciden por miedo a defraudar a quienes les han puesto, que dejen el puesto a gente que cumpla con el deber, porque todos los trabajos tienen su riesgo y precisamente ahora hay mucha gente parada.