Ayer me acordé de esa famosa frase con la que el cónsul Quinto Servilio Cepio ordenó una ejecución: «Roma no paga a traidores» con la sentencia de la Audencia Nacionao del juicio sobre el Yak-42.
Al ya famoso General de Sanidad le podría salir más cara la jugada, de lo que en principio parece, de ir acatando órdenes verbales del ex-Ministro Trillo, o tenientillo como le llamaban en la escuela naval, ya que los familiares de las víctimas no han quedado muy conformes. Para mi este señor traicionó a sus obligaciones que como militar ha de cumplir, porque en su derecho habría estado en su día de exigirle al ex-Ministro por escrito esa ya famosa orden verbal de ir a Turquía y traerse aquello cuanto antes mejor, que por encima de quedar bien ante su superior debiera haber estado la dignidad de sus compañeros fallecidos. Pero el ser humano no es perfecto y los pelotas menos aún.
Pero lo más curioso de todo esto es como ahora se la han cargado el General que obedeció al ex-Ministro y el par de médicos patólogos que tratados por la opinión pública en su día como si fuesen forenses fueron enviados allí a identificar los cadáveres recibiendo órdenes del General. Y mientras el ex-Ministro y máximo responsable de la manera tan cutre e indigna de como se tapó el accidente ni ha sido procesado ni ha dimitido de su puesto como Diputado, ni ha admitido sus errores, sólo pedido disculpas y listo. Ahora que se acerca el verano si quiere podrá volver a ir a veranear por Cabo de Palos y seguir haciendo como que es él quien hace sus famosos michirones y mientras esos tres militares que están en ese fregado por su culpa pues con miedo por si a algún tribunal se le ocurre pedir que los ingresen en prisión a cumplir sentencia.
«Manda huevos…» ¡cuánto quieren estos polítios a las Fuerzas Armadas!.