Un año de Madrid

A la par que tecleo estas líneas estoy cumpliendo un año desde mi llegada a Madrid. O regreso, según se mire. El Talgo, amigos, compañeros de pisos, compañeros de trabajo, tertulias, excursiones, fiestas, la nieve, los mil y un bares, la oreja a la plancha, el cocido, etc. Doce meses llenos de personas y situaciones de lo más variado, tanto para olvidar como para recordar. Un camino en el que se han quedado personas, otras han aparecido y por supuesto también las hay que han sabido continuar.

Llegaba a estas horas de un domingo por la noche con un amigo a su piso. Un colchón hinchable, una manta polar de esas finas y un saco de dormir. Casi supera el frío a aquella noche en Sierra Espuña donde me sorprendió una nevada dentro de dos sacos de dormir de verano. Pero la fatiga de a la mañana siguiente mereció la pena para dar con unos compañeros de trabajo que me han hecho sentir privilegiado por el gran valor humano del lugar. Muchos podrán presumir de sueldos o nombres, pero de estar agusto no tantos. Aunque como la salud es lo primero no tuve más remedio que pedir auxilio a otra bella persona para que me acogiera mientras me buscaba un lugar. Con paciencia y mucho preguntar logré dar con un piso de esos que marcan. Un piso mítico con gente aún más mítica. Sin embargo como la vida da muchas vueltas, acabaría resultando que tres compañeros de carrera y paisanos coincidiríamos y nos iríamos a vivir juntos. Porque sí, aún comparto piso, a pesar de que no suene a Don Juan, pero me confieso dependiente de tratar con gente y contrario a la soledad.

Ahora es cuando se supone que podría hacer balance, pero para los balances hay que tener en cuenta lo bueno y lo malo y uno ha decidido hacer como a final de año. Quedarse sólo con lo bueno y que así siga siendo por el tiempo que tenga que ser, porque fuera de Cartagena y de algún lugar de la Región de Murcia para mi Madrid siempre ha tenido y tendrá algo especial. Un lugar donde nunca me he encontrado una mano o unos brazos cerrados por ser de fuera y en el que quien se encierra y se amarga es porque quiere.

Solución al «Argument list too long» en Linux

Cuando se quiere aplicar una operación masiva como copiar, mover y borrar archivos se suelen usar combinaciones de asteriscos y comodines para no ir de uno en uno. Luego Bash se encarga de expandir los nombres. El problema es que entonces se forma un chorizo de comando con demasiados argumentos. La solución pasa por ejecutar el comando en cuestión archivo a archivo, como por ejemplo con find y xargs para borrar:

find . -name "*" -print0 | xargs -0 rm

Pero ojo, que en este caso find es recursivo, así que habría que acotarlo con -maxdepth 1. Además, así también se pueden ejecutar comandos sobre archivos según fechas y otras características.

Vía → Argument list too long error for rm, cp, mv commands @ Stack Overflow.

¿Publicidad con la tarjeta sanitaria de Madrid?

Carta que acompaña a la tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid

Carta que acompaña a la tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid

Un fragmento de la carta que acompaña a la tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid:

Permítame que le diga algo acerca del Sistema Sanitario Público de la Comunidad de Madrid. Cuenta con más de 420 Centros de Salid, en los que podrá encontrar atención médica y enfermera de máxima calidad, de los cuales 67 han sido construidos en los últimos años.

Igualmente, la Comunidad de Madrid cuenta con 33 Hospitales públicos, 8 de los cuales han sido construidos recientemente, y en los cuales usted podrá recibir, cuando su estado de salud lo precise, una atención de altísima calidad.

La carta íntegra va en la imagen que incluyo en esta entrada. ¿A ustedes qué les parece? Desde mi punto de vista, estos dos párrafos, tal cual, parecen idóneos para un panfleto de cuando se acercan las elecciones, pero nada idóneos para informar al usuario. Considero que está bien concienciar e informar del uso de la tarjeta sanitaria, y punto.

El jamón que no se acabó

Por increíble y duro que parezca, en la Guerra Civil española se dieron situaciones de todo tipo. La mayoría claro está que tristes pero también alguna que cruza a lo anecdótico. Y ese fue el caso de un hombre y su pata de jamón.

Como en tantas familias, hubo quien fue llamado a filas a la fuerza. Quien más y quien menos intentaba evadirse como podía —ya contaré algo de eso—  o se resignaba a tener que obedecer. En el segundo caso pues cada cual siempre ha tenido sus manías, sus costumbres, sus talismanes,.. y hubo un joven al que su padre cargó con un jamón de la matanza, que como no podía ser de otra manera llevaba colgado a la espalda.

No tardó nada el jamón en empezar a recibir tajos aunque de manera muy dosificada, no está claro si por melancolía al llevarlo como recuerdo de casa o por tacañería, pero el muchacho no quería que se le acabase así como así. En guerra la comida nunca escasea. Así que además procuraba llevarlo envuelto en cualquier tela y que pasase desapercibido. Ya se imaginan ustedes lo que pasaba si en esas llegaba de repente uno con un jamón colgado.

Pues el chaval tuvo suerte y consiguió volver a casa un día. Momento para el que ya se envalentonó para darse un homenaje con el jamón y se encontró con la sorpresa de que este llevaba varias balas. La casualidad de llevar la pata colgada le salvó de varios disparos en la espalda. Para que luego se rían de las costumbres españolas.