Esta madrugada ha fallecido el general de sanidad condenado por el asunto del Yak-42 [LD]. Descanse en paz. Y hoy también me he enterado, aunque es cosa de hace un año, que el tenientrillo, Trillo, puso sus cargos a disposición del PP tras la sentencia del caso [LD], pero que sus jefes no le dejaron. Otros a los que hay que amarrar en corto.
¿Y para qué don Federico? Una vez se libró usted de salir acusado en el juicio como responsable de la gran metida de pata que tuvo de querer limpiar aquello cuanto antes, entonces hizo el amago de resarcir lo hecho pero sin salir tampoco a decirle a la Nación «eso lo mandé yo y aquí me tenéis». Eso sólo lo hacen los cobardes, y usted diga lo que diga ahora, o haga lo que haga, aunque se pase todo el velatorio junto al féretro y demás exequias, en este asunto lo ha sido como el que más. ¿Qué le ofreció a este señor y a los dos patólogos para que estuvieran con la boca cerrada saliendo condenados mientras usted salía indemne del proceso? Y más cuando seguro que usted ya conocía el año pasado perfectamente el oscuro porvenir que el principal acusado iba a tener, como que lo sabían todas las Fuerzas Armadas. Tampoco sirvió para enmendar la cobardía el darle la brasa después al Gobierno para que le perdonasen el ingreso en prisión a este señor. En mi opinión se ha comportado usted como un auténtico… cobarde, valga la redundancia, por no decir cosas que suenen peor. Legalmente ha manchado el honor y el orgullo de este señor, que ya nunca más podrá defenderse de lo ocurrido por cierto, mientras que usted seguirá quedando como uno que fue Ministro de Defensa y encima presumiendo de sus «logros» y los michirones en Cabo de Palos. Pero a la gente no la ha podido mangonear tan fácilmente y la mayoría sabe que la culpa fue de usted, que es quien ordenaba pero por desgracia esa orden no se atrevió a darla por escrito.
Y a los dirigentes, vacas sagradas, jefes o como se les quiera llamar del PP, pues más de lo mismo. No admitir la dimisión de este cobarde por un suceso así para no admitir implícitamente que la culpa fue suya, y de su partido por su anterior líder, les convierte en cómplices de esa cobardía. Como si no hubiera otro/a en el partido para ocupar su puesto. Si ofrece su cargo será porque no lo quiere, pues otro y a velar porque lo haga mejor, pero sobre todo con nobleza.
Estas actitudes tan poco decorosas de la casta política, en este suceso del PP, no hacen otra cosa que ayudar a cargarse las Fuerzas Armadas y la creencia de la población en ella —en los políticos. De no enterarse de una puñetera vez que sirven al país y que si no valen, o no tienen el nivel de decencia mínimo, se tienen que largar y dejar paso a gente que tenga más presentes esos valores que parece que se les olvidan, o les son borrados, cuando le echan el guante al poder. El erotismo del poder de la casta política que nos pide lo que no se aplica a sí misma. Tanta Democracia, Derechos y demás maneras de llamarlo, pero siguen tratando a la milicia como siempre.