Una ruta idónea para quien quiera contemplar las paredes del Barranco de Leiva tanto desde arriba como desde abajo, haciendo un poco de todo por Sierra Espuña —escalar no.
Podía hacer en torno a un año como poco que no volvía por Sierra Espuña y por las inmediaciones de las paredes de Leiva cuatro o cinco años y siempre en bicicleta. Así que de entre varias rutas posibles que se nos ocurrían ayer decidimos tirar por el Barranco de Leiva con intención de fijar el punto de interés del itinerario en las paredes. Dejo el track al final.
Como viene siendo habitual en unas cuantas rutas, salimos desde los Pozos de la Nieve en dirección a Collado Blanco haciendo un par de ratos de senda. Lo habitual para adentrarse más en la sierra. Para conectar a continuación con la pista que baja desde dicho collado al área recreativa de La Perdiz. Siguiéndola hasta la siguiente curva después del refugio para coger una senda donde ya empieza lo bueno.
La senda en cuestión nos colocó en poco tiempo a los pies de las paredes de Leiva aunque con unas buenas pendientes. Una vez en la base de las paredes las seguimos dirección Este a la vez que fuimos ganando algo de altura, sin llegar ni mucho menos a escalar. En este punto la altura que se va ganando junto con el suelo que empieza a dejar de ser de tierra para pasar a ser roca nos hizo notar que ya estaba cambiando el ambiente. De hecho no pasó mucho tiempo hasta encontrarnos con un tramo de pocos metros que cuenta con una cuerda para no correr riesgos. Antes de la cueva de la Capellina. Tal tramo nos dejó enfilados para subir hacia arriba y llegar a las cuerdas de las paredes.
Una vez en lo alto de las paredes de Leiva fuimos bordeando las cuerdas en dirección Oeste hasta dar con algún paso por el que poder descender y hacer algo de monte a través hasta volver al camino que va hacia Collado Blanco y volver.
Ha sido una ruta diferente a otras típicas para ver más vegetación e incluso animales. No han faltado los arruís y me ha gustado el volver a tener que atravesar algún tramo técnico y otro de buscarse las mañas entre pinos derribados y matorrales. No ha sido como ponerse a buscar el paso de subida al pico Malvariche con niebla y lluvia —que en verano sí se encontró fácilmente—, ha hecho un día estupendo, pero también ha tenido lo suyo el encontrarse con gente escalando por unas paredes bastante verticales y rebosantes de tornillos según qué zonas.