Después de ver la polémica montada por lo de los chiringuitos andaluces que peligran de ser derribados por parte del Gobierno, he recordado que hay peores cosas para las playas que ellos, y todos sabemos ejemplos.

Yo veo muy bien todo eso de que la Ley de Costas hay que cumplirla, con que si la distancia desde los mojones de costas y demás. Pero no dejo de sospechar en todo esto un ansia recaudatoria de la Administración más que de conservación y defensa del medio ambiente. Hay casos mucho peores que los chiringuitos o las casas antiguas que están en primera linea de mar, como esas que tienen el mojón pegado al muro de la fachada y que saben que están amenazadas de que como se caigan ya no se pueden volver a levantar ahí y por eso los propietarios arreglan ñapa tras ñapa a toda costa, —como cualquier hijo de vecino y yo mismo haríamos—. Y es que el Estado parece que se olvida de situaciones muchísimo peores que bien podrían ser consideradas de auténtico delito, que aunque no sean de Andalucía creo que tienen mayor importancia que el daño que puedan causar los chiringuitos de las playas de Cádiz.

El Mar Menor, inédito donde lo haya, en el que aún siguen navegando a sus anchas tanto motos náuticas y lanchas a motor como se quiere y desembocando ramblas que arrastran fertilizantes empleados en la agricultura, y eso que por su particularidad sus aguas no tienen la regeneración ni corrientes que las del Mediterráneo. Pero eso no parece importarle mucho a los políticos a pesar de que, por ejemplo, en una de las playas de Los Urrutias que está junto al  Club de Regatas Mar Menor siguen habiendo año tras año unos sedimentos que dan aspecto de todo menos de algo saludable y que incluso desprenden mal olor. La Asociación de Vecinos y los propios vecinos de manera independiente no dejan de quejarse año tras año, pero la limpieza nuna acaba de llegar. 🙄

Y aunque se podrían decir otras muchas situaciones peores que los chiringuitos, no puede faltar la joya de los desastres de la Región de Murcia y dicen que incluso peor que lo de la presa de Alnazcóllar y lo del petrolero Prestige, lo peor del Mediterráneo, la Bahía de Portmán. Con una bahía que tras treinta años de explotación por parte de un lavadero de mineral que se marchó de rositas sin haber enchironado la Justicia a los dueños ni haberles impuesto una sanción económica, con perdón de la expresión, de cojones, la tierra le ganó mucho terreno al mar en forma de una playa contaminada. Una bahía que parece que nunca se va a limpiar, siempre con aplazamientos, porque los políticos nunca se ponen de acuerdo. De hecho ya hace años se rumoreó que una empresa alemana ofreció limpiar la bahía a cambio de quedarse con los sedimentos, pero cuentan que los políticos querían llevarse dinero y no dejaron salir adelante la propuesta. Es muy duro ver aquello en persona, como cuenta Alberto Noguera en su blog en la entrada de la bahía de Portmán, que en lo que era el puerto están aún los norays en el muelle pero a sus muros ya no llegan las olas, ni se ve agua, está lleno de hay cañas y algún matorral, porque la naturaleza menos mal que es sabia. O basta con buscar en YouTube por desastre portman y salen unos cuantos vídeos acerca del, no me cansaré de llamarlo, desastre.

A mi y al resto de ciudadanos nos importa un bledo si la competencia de resolver estos destrozos y desastres causados por el ser humano a la naturaleza es de Ayuntamientos, Comunidades Autónomas o Gobierno, pero que dejen de una vez de marearnos con tonterías y de cortinas de humo para distraer la atención. Lo que pasa que a los de los chiringuitos se les impone una buena sanción económica y si eso además se les derrumba el negocio, pero la recuperación de zonas contaminadas no da ingresos a las arcas públicas.