Y ahora Natalie Dylan. Nada, que ahora se ha puesto de moda el tema. Ya antes el Juan «Terrorista» Yánez, Raffaella Fico y a saber cuantos más dieron ejemplo a toda la gente que hoy día está con hambre de dinero y floja de orgullo, porque el trabajo de putas hay muchas que lo tienen porque lo prefieren a estar fregando escaleras. Esta en concreto, de la que me he enterado por El Digital Castilla la Mancha, no creo que sea una inmigrante ilegal con la familia amenazada para que ella se prostituya. Ahora por ejemplo ya queda nada, si es que no se está haciendo ya, para la recogida de la aceituna en Jaén, que anda que no hay olivos allí para dar trabajo a la gente.
Pero el tema de vender el cuerpo es mucho menos laborioso, requiere de menos horas y hasta si la que se ofrece tiene suerte puede pasárselo bien, como decían la semana pasada unas cuantas mujeres del oficio en Callejeros, este programa que se caracteriza por llenar espacios de Cuatro con contenidos tan ejemplares de fulanas, drogadictos y gente de mal vivir. Pero sobre todo lo que pasa con el negocio es que ganan más dinero que agachando el lomo y pudiendo coger dolor de riñones.