Hoy me acordado de cuando en una clase de cuarto de carrera uno de los mejores profesores que he tenido se asombró al decirle los alumnos que no teníamos calculadora programable porque en el resto de asignaturas no nos la permitían —en los exámenes—. Todo vino a cuento de unas operaciones a mitad de resolución de un problema a modo de ejemplo que él estaba haciendo en la pizarra, sobre las que dijo que eso con la calculadora programable se resolvía en un momento porque si no era una pérdida de tiempo innecesaria en el examen.
Y justo me parece que el tema choca con esa noticia del mes pasado que anunció el Gobierno de que los escolares tendrán un portátil para cada uno [lavanguardia.es], cuya realidad me temo que al final será un ordenador para toda la clase y punto, porque salen más caros que un paquete de tiza, por no hablar ya del asunto de la infraestructura de redes a desplegar, seguridad de las mismas, protección de contenidos,.. Algo que choca con esa filosofía tan frecuente aún actualmente de hacernos aprender a los alumnos montones de fórmulas que pasados unos días tras el examen apenas recordaremos, y no digo nada años después. ¿Puede tener que ver quizás con que hay demasiado, y demasiada, docente en la enseñanza que no sabe transmitir los conocimientos ni despertar el interés de los alumnos?. 🙄
El ejemplo más claro lo conocí justamente de la mano de ese profesor que nos invitó a tener calculadora programable, aunque nos reconoció que adquirirla ya en cuarto y a sabiendas de que en el resto de asignaturas nos la tienen prohibida era casi un desperdicio de dinero. Él imparte la segunda parte de una asignatura en cuya primera parte precisamente se nos enseñan —por parte de otro profesor— algunos métodos de resolución de problemas que en la vida laboral ya no se usan porque se hacen por ordenador, y que él mismo nos comentó que cuando estuvo trabajando en el sector sobre el que trata la asignatura jamás hizo un cálculo de esos manuales que se nos ha enseñado anteriormente, porque además incluso son menos precisos que los métodos actuales de cálculo y simulación por ordenador. Pero también se le notó que se tuvo que morder la lengua, porque al fin y al cabo él solo tampoco puede reformar toda la forma de ser del resto de profesores.
Y es que el viernes tengo un examen de esos en los que no permiten formulario ni calculadora programable —aunque gracias a la modernidad de la enseñanza nunca tuve oportunidad de poder utilizar una—, para el que aunque no forma parte de la teoría de la asignatura, hay que saberse de memoria un capazo de fórmulas. Por supuesto que según el profesor todo eso son sólo 3 ó 4 ecuaciones a las que aplicándoles unos desarrollos muy simples —de unas cuantas integrales, gradientes, límites y demás 😆 — se obtienen todas las demás rápidamente. Pero en los escasos ejemplos que él hace a lo largo de toda la asignatura o cuando en tutorías se le pregunta por algún problema de exámenes anteriores, él escribe la ecuación a utilizar directamente y copiándosela de sus propios apuntes. Predicando con el ejemplo. En fin, que como ya le decía una profesora a mi madre «el tiempo que estás quejándote es tiempo perdido para estudiar». Voy a continuar memorizando.
Imagen → Flickr de loqu