Si bien la yesca ha de estar bien seca para que arda fácilmente, en Tinder abunda otro estado de la materia que prende cual queroseno. Cuando creía haber visto de todo por Internet, entre la carnicería de Badoo con sus tribus o el postureo de Adoptauntio, aparece Tinder para demostrar que todo siempre se puede simplificar más y también enfriar, a pesar de utilizar una llama por logotipo.
La primera impresión nada más registrarme es que es una red social —por ser fino— repleta de caras bonitas ansiosas por conocer gente y orientada para personas que se rigen por la ley del mínimo esfuerzo. Unas fotos, que por defecto cogerá de Facebook; una descripción, que al principio creerás que alguien se molestará en leer; y otros detalles como la edad, empleo y formación. Obligatorio será una edad. Además, también tendrá en cuenta los contactos comunes de Facebook y la afinidad compartida por páginas marcadas como «me gusta». Y a deslizar perfiles a izquierda o derecha. Pensarás que qué sencillo ha sido todo y estarás en lo cierto, salvo por si quieres tener muchas coincidencias o matches.
Pero como patitos feos que somos la mayoría, sin dotes de vendeburras, al tiempo apenas habremos tenido algún match, de los cuales la mitad serán de trastornadas. Porque admitámoslo, nosotros nos hacemos mayores, nos volvemos más y más defectuosos, pero ellas también. Empezaremos a preguntarnos que cómo es posible que el primo de fulanito, que se asemeja a una pared de ladrillos en cuerpo y mente, no pare de hablar maravillas sobre la aplicación en cuestión. O que cómo menganito, que no sabe construir frases compuestas, es capaz de haber conocido a tanta titi. Y caeremos, o debiéramos por nuestro amor propio, en lo que al principio intuimos pero que nos empeñamos en negar, que esto no es ni más ni menos que otro mercado de la carne, aunque intenten darle un aire más chic que la competencia. Aunque veamos mucha chica estilosa y poca choni. El instinto es el que es.
Tinder es foto y casi nada más. Una imagen vale más que mil palabras. Con una foto de perfil muy buena, aunque tú mismo sepas que sales demasiado favorecido, ya tienes hecho el 80% del match. No puede ser el 100% porque siempre habrá quien mire el resto de fotos o incluso la descripción, y más ahora que el modo de uso gratuito limita los «me gusta» por cada doce horas. Ya hay incluso quien tiene casi un máster en hacer fotos a sus amigos para poner en Tinder. Quedar una o dos veces, buscar situaciones distintas, cambiarse la indumentaria entre foto y foto, posar con algún animalito para darle algo de adorabilidad y pro animalismo a la escena, un poco de retoque para desenfocar lo que te rodea en la foto y jugar con los niveles de colores. Marketing puro y duro para conseguir matches, para gustar. A pesar de la foto, también hay quien logra ingeniar alguna descripción graciosa, directa y original. Sin faltar tampoco los salidos de turno, muy honestos ellos de cara tanto a sus homólogas como a las supuestas modositas que luego realmente quieren que les partan… el corazón.
Con el tiempo han ido metiendo inventos, como el del superlike, para llamar la atención y que la otra persona antes de decidir si sí o si no ya sepa que te interesa. Pero en la realidad, la sabiduría popular cuenta que las féminas con esto no hacen más que subirse la moral. Que si lo aceptan ya van con ventaja y que si no pues al menos se habrán subido el ego. Es algo así a como cuando te gusta la amiga de una amiga, y tu amiga, con la mejor de sus caras, se ofrece para ser vuestra alcahueta, corre a contárselo a la amiga,.. ¡¡¡Error!!!
Sin embargo una vez que se logran matches otra cosa es ser capaz de mantenerlos o incluso sacar las conversaciones de la aplicación. Los muy pros no necesitan mantener el match porque tardan cero coma en pasarlos a la chorviagenda y enseguida los borran, para que si se cambian las fotos y/o la descripción, las de la agenda no puedan cotillearlo. Pero volvamos a lo real, a los que somos del montón. Las habrá que no dicen ni media, que nos escriben novelas o que nos hacen su test tipo aquellos de la Superpop o la Bravo. Como con estas últimas falles en una pregunta hasta luego Lucas. Aquí no hay despedidas. Hay cancelaciones de la compatibilidad.
No obstante, el entretenimiento que puede dar la aplicación no sólo depende de la foto o el piquito de oro. También de la ubicación. No es lo mismo en Madrid, donde para recorrerse todos los perfiles pueden hacer falta días, a otras zonas donde en 5 minutos está ya todo trillado. Y por supuesto el país. Los españoles que han merodeado por Inglaterra o algunos países del Este se han encontrado, en general, un público más agradable y receptivo. Además de que cada vez es más la gente que cuando lo tiene todo visto, borra la cuenta y la vuelve a crear. Esto viene motivado especialmente por el algoritmo que dicen que tiene Tinder, por el cual cuando eres nuevo te da prioridad para mostrarte a muchos perfiles y luego conforme pasa el tiempo vas teniendo menos impresiones en otras pantallas, de manera que tus probabilidades de seguir teniendo matches disminuyen, y sin parar. Uno de los mecanismos de posicionamiento de los que más se habla después del PageRank – Wikipedia, la enciclopedia libre. Además de que puedes haber creído ver a la potencial madre tus hijos y haberle dado a la cruz sin darte cuenta… vuelta a empezar.
Un aspecto a tener en cuenta no menos importante es que la aplicación es un tanto remolona notificando nuevas coincidencias o mensajes. Por lo que no nos tienen por qué contestar al instante, ni nosotros tampoco —una de cal y otra de arena. Así que puede que no estén enterándose de nuestros mensajes, les aburramos ya, hayan desinstalado la aplicación, no den abasto,.. Hay quienes han hecho experimentos con perfiles falsos utilizando fotos de algún modelo lejano y dicen que el flujo de matches y mensajes llega a ser agobiante.
Como ves esto cada vez se parece más a los pros de la bici, donde más que gente con fondo físico y conocimientos técnicos, lo que se ven son bicicletas reducidas de peso apurando al gramo, ciclistas que no llevan parches ni bomba ni móvil porque aumentan el peso y barritas con aspecto de mazapán caducado que van reemplazando al fruto seco o fresco.