Recargando un servidor de Node.js con WebSocket

Un sencillo servidor corriendo sobre Node.js puede permitir la recarga sin interrupciones, de manera amistosa, algo parecido al reload de Apache u otros demonios en Linux. Para ello sólo es necesario que haya un proceso padre que lance hijos y les envíe señales según sea necesario. Sin embargo el cierre de las conexiones esperando a que estas terminen puede dar algunas complicaciones cuando hay un WebSocket.

La gestión de padre e hijos se puede hacer con el módulo cluster. En este ejemplo el script a lanzar manualmente es master.js. Él a su vez lanzará al script server.js y le pasará las señales SIGHUP para recargar el servidor (terminar amistosamente) o SIGTERM para terminar sin piedad.

master.js:

'use strict';

var cluster = require('cluster');
const path = require('path');

cluster.setupMaster({
  exec: path.join(__dirname, 'server.js')
});

//fork the first process
cluster.fork();

process.on('SIGHUP', function () {
  var new_worker = cluster.fork();
  new_worker.once('listening', function () {
    //stop all other workersS
    for (var id in cluster.workers) {
      if (id === new_worker.id.toString()) continue;
      cluster.workers[id].process.kill('SIGHUP');
    }
  });
}).on('SIGTERM', function () {
  for (var id in cluster.workers) {
    cluster.workers[id].process.kill('SIGTERM');
  }
});

[…] (continuar leyendo)

De una madre abogado

Ser abogado es de las profesiones de las que peor he oído hablar fuera de casa desde que era pequeño. Pero me parece una vocación que requiere de años para ser valorada con justicia, y nunca mejor dicho, como los que mi madre me ha brindado.

Mis primeras nociones acerca de la existencia de esta vocación se remontan al repiqueteo por las noches de las teclas de una Hispano Olivetti —creo que Lexicon 80— combinados con mis llantos a la mañana siguiente cuando la mecanógrafa por obligación se marchaba a trabajar, muy en contra de mis deseos de hijo madrero. De por aquel entonces también tengo vagos recuerdos de carpetas de papeles de dos o tres dedos de grosor, a los que yo tenía terminantemente prohibido poner la mano encima so pena de azote por motivos obvios y mis vocaciones artísticas con las témperas, de las que alguna pared de casa daba fe. Además, ya en aquel tiempo para mí esos tochos de folios eran sinónimo de madre ocupada, motivo por el que les cogí mucha manía, deseando día tras día que dejasen de aumentar. A pesar de lo cual, más tarde invertiría mi odio para pensar que mejor cuanto más espesor tuvieran.

Sin embargo mi cercanía con la abogacía comenzó unos años antes […] (continuar leyendo)

Anotaciones para un CPD

Montar un centro de procesamiento de datos o una sala de máquinas es de esas cosas sobre las que todo el mundo sabe pero que pocos quieren echarse al hombro. Es fácil acabar aglutinando a un montón de empresas de distinto oficio y beneficio, cada una encargándose de una cosa, pero sin una supervisión común ni fina. Lo cual suena a tiquismiquis, pero asegurarse de que todo quede como debe ahorrará muchos quebraderos de cabeza y misterios a futuro.

El que escribe esto es como todos, con muchas ideas, pero que tampoco sabe diseñar la construcción de un Centro de Procesamiento de Datos de principio a fin. Sin embargo puedo aportar algunos detalles.

Ubicación. Partimos de la base de que vamos a tener una sala llena de máquinas con un considerable valor económico, pero que a su vez van a albergar una información y prestar un servicio con mucho más valor, que es el que realmente va a dar dinero. De manera que es necesario elegir un lugar con:

  • Acceso restringido. Que no sea el c**o de la Bernarda.
  • Unas variables físicas estables. No como el desierto con sus cambios de temperatura.
  • Una temperatura del aire que absorben las máquinas comprendida entre 24 ºC y 26 ºC o incluso mayor. Es una moda de los últimos años a favor de un menor derroche energético, que depende también de las máquinas y sus especificaciones. En CPD de lugares públicos, esos cuya factura de la luz pagamos entre todos, siguen con configuraciones de 19 ºC y tan pichis.
  • Una humedad relativa en torno a un 50 %. Este valor también depende de las especificaciones de las máquinas, pero si es baja pueden soltarnos chispotazos porque se carguen de electricidad estática, y si es alta los componentes empezarán a enrobinarse y tendrán una vida útil menor, cuando no empiecen antes a dar problemas misteriosos que nos hagan perder muchas horas intentado resolverlos.
  • Un entorno con bajo riesgo de catástrofes. Poco importa ponerle la puerta de un búnker, si luego está en un sótano, vienen lluvias torrenciales, el alcantarillado se inunda, los sumideros empiezan a expulsar agua en lugar de succionarla, las bombas de achique no dan abasto o se quedan sin suministro de electricidad,.. Como levantino sé bien que eso puede pasar.

[…] (continuar leyendo)

Conexión con África en la Cueva Victoria

Cueva Victoria «Out of Africa»

Cartel de la exposición // Museo Arqueológico Municipal de Cartagena

Aprovechando la apertura al público del yacimiento mediante visitas guiadas, el pasado sábado estuve en la cueva-mina Victoria. Una visita imprescindible junto con la exposición temporal (hasta el 15 de febrero) sobre este yacimiento en el Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, donde también por cierto se reservan las visitas guiadas a la cueva.

La cueva Victoria  está situada en el cerro de San Ginés, cerca de El Estrecho de San Ginés y dentro del término municipal de Cartagena. Presentando más de tres kilómetros de galerías, la brecha que contiene los fósiles forma parte del conjunto paleontológico de la Región de Murcia y está reconocida como lugar de interés geológico internacional (Geosite).

La llegada a la zona es bastante fácil mediante la vía rápida que va hacia La Manga del Mar Menor (RM-12), salida 6, aunque el acceso al camino da acceso a las inmediaciones de la cueva está un poco escondido en el arcén de la carretera, con un considerable desnivel y ausente de cualquier cartel indicativo en el arcén.

La denominación de cueva-mina se debe a que […] (continuar leyendo)

Sendas del Caracol y del Dinosaurio

Esta última Navidad no podía faltar un paseo por Sierra Espuña con mi tío. No teníamos claro el recorrido, dudando al calor de la lumbre de la chimenea entre si repetir sitios que conocemos y nos gustan (como Malvariche o el Barranco de la Hoz) o explorar nuevos lugares para nosotros. Fuera a donde fuera me servía cualquier lugar de la sierra, porque para mí Sierra Espuña es como canta Malvariche en Malagueña acerca de Aledo:

Que no las tiene Madrid,
tres cosas tiene mi Aledo,
que no las tiene Madrid,
sus fiestas, su buena gente,
y ver el carro venir,
bajando por la pendiente.

Mi tío llevaba años oyendo hablar de la senda del caracol, incluso le parecía haberla visto desde las paredes de Leyva, pero no le sonaba haber pasado por ella. Echamos un vistazo por YouTube a algunos vídeos para intentar averiguar desde dónde cogerla y allá que nos fuimos, al día siguiente, hasta La Perdiz para salir desde allí. Fue curioso que alrededor de la sierra estaba el tiempo nublado, pero allí hacía un buen sol (en las fotos se verá por qué).

Nosotros elegimos hacer el recorrido en sentido antihorario, aunque […] (continuar leyendo)

El efecto botella de champán

Dícese del efecto con el que algunas personas aparecen de manera rápida, con bastantes cosas en común, buen entendimiento y ganas de conocer. Suelen ofrecer un futuro no escrito, porque piensan en el presente y dominan de sobremanera la palabrería para quedar bien ante la incertidumbre de cualquier posible plan que se les plantee. Pero son igual de fugaces.

Es un concepto cuya denominación me dio a conocer hace unos meses alguien que ha sufrido bastante sus consecuencias. Lo practican personas cual botella de champán recién abierta, con una simpatía y una aparente cercanía que crece como la espuma, pero que poco tardan en bajar sus burbujas. Además, este desvanecimiento de espuma suele ser a lo cuesta abajo y sin frenos, sin mucho que poder hacer excepto intentar salvar lo que quede los muebles.

Se llame así o como se quiera, la sensación es bien conocida por todos y sólo tiene dos prevenciones: ser antisocial o más fugaz que las personas que lo practican, en plan cuando tú vas, yo vengo; porque como otra persona me dijo «cada cual está en su derecho, pero crear vínculos en tan corto espacio de tiempo y luego desvanecerse es de ser poco sensible».

 

Noche mágica

Hoy es víspera del día de reyes (o epifanía de Nuestro Señor o santos de los Baltasares, Gaspares y Melchores) y esta noche para mí es de las mejores del año. Es cierto que cada año va cambiando, con detalles que la hacen algo diferente de las de ocasiones anteriores, pero la esencia es constante y cada vez no puedo evitar hacer memoria.

El pistoletazo de salida para la cuenta atrás de esta noche siempre empezaba en la guardería. Recuerdo que llegaba un día del año en que tenía que ir de pastorcillo y luego en clase, de repente, aparecían sus majestades a buscarnos. Unos salían corriendo hacia estos señores barbudos (o hipsters de ahora) y otros nos poníamos colorados de la vergüenza, sobre todo con Baltasar, el que por cierto creo que siempre ha sido el más querido por todos.

Las primeras noches de reyes que recuerdo son con mis primos de mi misma edad. Nos metíamos todos a dormir con unos nervios como los del último examen de la carrera. […] (continuar leyendo)