Del mismo cuaderno sobre las coplas de amores de Nogalte, toca también el tema de la suegra. Yo como no la tengo allá que las comparto sin temor a ningún sartenazo.
Tiene mi suegra un diente
y con él me muerde.
Mala pedrá le peguen,
que se lo quiebren.
Mi suegra me quiere mucho
y yo la quiero a ella;
ella, que me parta un rayo,
y yo, que la parta a ella.
Hacía pocos días que había tenido lugar uno de aquellos Creamfields Andalucía que se celebraban en Villaricos. Concretamente era martes, cuando en el Ayuntamiento de Cuevas de Almanzora descolgaron el teléfono con una madre preocupada al otro lado del altavoz. Preguntaba por su hijo, del que sabía que se había ido al festival que era el sábado en Villaricos y no había vuelto a tener noticia. Ya a martes era lógico la preocupación de la señora.
La policía local se puso en marcha buscando al chaval desaparecido. ¿Cómo encontrarlo? Pues megáfono en mano se fueron recorriendo todas las raves posteriores al festival que encontraron. Por ninguna iban teniendo idea de quién sería fulanito de tal. Hasta que en una alguien dijo que le sonaba y a lo lejos se alzó un perla para indicar que era él.
El individuo al principio no atendió a muchas razones y no quería llamar a su madre para contarle que estaba bien. Tras mucho insistirle se consiguió que hablara con ella. ¿Y por qué de esta actitud? Porque según se supo, había ligado en el festival y por lo visto llevaba mucho tiempo falto de mujer, que se diría él mismo de aquí no me saca nadie.
En la localidad de La Carolina aún hay quien cuenta la historia de un conocido vecino cuyo nombre mejor no continuar publicitando, pero con una historia que no tiene desperdicio.
En otros tiempos era costumbre enterrar a los difuntos con todas las joyas y alhajas. No faltaban tampoco por aquel entonces los ladronzuelos que se aprovechaban del descuido y qué mejor víctima que quien no puede defenderse. Los muertos. Así que de vez en cuando el protagonista de esta historia le daba vuelta al cementerio de La Carolina, de su localidad, en busca de algún nuevo objetivo. Una, dos, tres noches. Pero como todo lo gratis y fácil nos gusta, el individuo continuó haciendo de las suyas sin darse cuenta de que alguien ya se estaba coscando del asunto.
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