Llaman al timbre de casa. Un par de operarios con la camioneta detrás. Dicen venir de la compañía del agua, que les han notificado la existencia de una posible avería, que tienen que investigarla, que necesitan autorización porque también se verá afectada la fachada de la vivienda.
«¿Pero qué avería? No hay pérdida de presión en el suministro ni rastro de agua por la calle». Pero ellos insisten en que la compañía ha detectado fugas y que hay que investigarlas. Les contestas que lo investiguen en el asfalto, en la acera, donde quieran, pero que la fachada de la casa no la toquen. Ellos erre que erre, que necesitan tu consentimiento.
En uno de esos tira y afloja te das cuenta de que en la camioneta llevan dirección de otra provincia, de una ciudad a más de una hora de camino. Ahí hay algo extraño. […] (continuar leyendo)