Selecciona a un tío

A la vuelta de las vacaciones de verano nos vino un compañero hablando de una web donde un amigo suyo había conocido a chicas interesantes. Nos juró y perjuró que el concepto de interesantes se refería a gente normal y con conversación, pero no acabamos de creérnoslo y menos cuando dijo el nombre de la página: adoptauntio.es. Pero uno, yo, que tiende siempre a prejuzgar erróneamente, decidió probarlo por sí mismo.

Con las tribus que merodean por Badoo el listón ya estaba bastante alto. Además de que esta web aparentemente funciona de otra manera. Las chicas son quienes mandan. Ellas reciben hechizos de ellos —que disponen de una cantidad diaria limitada— y deciden si les interesan o no, si les permiten escribirles o no. Además, hasta la fecha no hay manera de disfrutar de más funcionalidades a cambio de dinero, aunque acaba de aparecer la posibilidad de aumentar el límite diario de hechizos a cambio de invitar amigos a la web.

¿La gente es más tratable que en otras páginas? […] (continuar leyendo)

La posesiva

Hay quien puede volverte loco adrede fruto de un plan preciso, como la terrorista sentimental. También hay quien te puede traer de cabeza y sin apenas tener idea a pesar de su compleja mente, como la misinda. O incluso enfrascar en su amplia despensa de personal, como la coleccionista. Pero también puedes sufrir por buenas intenciones, aunque excesivas, como las de La posesiva.

La posesiva siempre suele aparecer en unas condiciones que invitan a pensar bien, a mera amistad, a sinceridad. Un novio que la lleva por el camino de la amargura flirteando con otras, un grupo de amigas en el que cada una va a lo suyo, unos padres que mete voluntariamente hasta en la sopa. La chica perfecta con el tipo equivocado, pensarás al principio. Pero es una amiga a la que respetas, aunque ella no lo entienda bien.

La posesiva empezará a verte más y más. A partir de un día dejará de mencionar a su novio tan canalla. Como si éste no existiese, de repente te verás metido en su casa y saludando a los padres que muy bien sabían de tu llegada aunque tú habías pensado que sólo entrábais a coger algo de abrigo. Encerrona. […] (continuar leyendo)

Madres marujas modernizadas

Ser madre y maruja va implícito en la propia naturaleza. Mero instinto. No conozco a una sola que se preocupe de sus pequeños —porque para ella siempre lo serán aun con cincuenta primaveras— que no sea cotilla. Ya sea dándose golpe de pecho con el abanico en el Sálvame edición de la carnicería o disimulándolo mejor que cualquier Mata Hari. Y como todo en esta vida es cuestión de renovarse o morir, ellas también se actualizan. Vayan un paso o tres generaciones de telefonía móvil por detrás, siempre se las saben ingeniar para encontrarte.

En las redes sociales. De peor o de mejor reputación. No importa cuál. La mia mamma aparecerá por ellas de manera directa o indirecta:

  • Con su identidad real. Excusándose por supuesto en que no sabe cómo ha ido a parar a ese lugar.
  • Con una tía, ya sea de sangre o política —cuñada, ojo—, con la que intercambiará información en ambos sentidos e intereses, obviamente.
  • Un alias anónimo de dudosa creatividad con el humor que las caracteriza.
  • La jugada maestra de todas. Utilizar a algún familiar algo bocazas, que informará a su madre de lo que ve sobre ti y esta, como ya sabemos, a la tuya. Siendo perfectamente combinable en el espacio-tiempo con la segunda táctica de su estrategia de enterarse lo que hacen los chiquillos.

Y todo desde […] (continuar leyendo)

Apodos con mala leche

Un apodo, mote, alias,.. nunca suele sentarle bien al sujeto al cual se le pone. Pero dentro de las posibilidades siempre los habrá con una mala leche y/o estupidez destacable y sin que les falte un artículo determinante delante. Además de que en todos los colegios se crean con mucha holgura, en los pueblos y localidades pequeñas suele ser donde estos perduran incluso de generación en generación. Y para muestra unos ejemplos:

  • Los risas. Aplicado a los descendientes del ya difundo abuelo que padeció de una parálisis facial que le afectó a la boca. Ésta le provocaba el gesto en el rostro de como si se estuviera riendo.
  • El asesino. Utilizado para referirse a un huerto en el que hace muchos años alguien fue asesinado. Pero como el huerto del asesinado sonaba raro a los chismosos, hicieron ese cambio de apariencia insignificante pero de aparente cambio de titularidad de la propiedad.
  • Los muertos. Delicado apodo donde los haya, para aludir a una familia de la que cuentan los corrillos que un antepasado iba en el ataúd del cortejo fúnebre hasta que empezó a golpear el féretro. Tuvo suerte y se salvó aquella vez cuando otros muchos acababan arañando sin éxito el interior de caja. Eran otros tiempos, sin las 24 horas de espera que ahora vemos tan normales.
  • El millones. […] (continuar leyendo)

La terrorista sentimental

Anteriormente he contado acerca de la misinda y de la coleccionista. Expertas en volverte loco, cada una a su manera, pero de maneras que todavía pueden ser más terribles. Si bien la misinda apenas es consciente de ello, la coleccionista lo sabe sobradamente, pero ambas tienen un ápice de piedad si se las compara con la terrorista sentimental. La prima canalla del terrorista sentimental del difunto blog de Irene Airmiles.

La terrorista sentimental, como las palabras que componen su nombre común indican, te produce un miedo muy intenso a nivel sentimental a perderla. Hasta la médula misma que te llega. No sabes cómo ni cuándo exactamente ha entrado en tu vida pero sí el día que consigas que salga de ella o se marche no sin antes darte un puntapié.

La terrorista sentimental lleva implícita una vida algo complicada de la que de primeras te tratará de proteger. Siempre. Te pondrá mil y pico excusas por las que es mejor que apenas la conozcas. Como si se tratase de una agente secreto, con la diferencia de que su peligro, aunque te lo disfrace, es que te va a manipular. Pero a ti te dará igual y caerás. […] (continuar leyendo)

La coleccionista

Todos conocemos a una. Incluso es posible que figuremos en su «colección», lo sepamos o no. Maestra en el manejo de los tiempos y el saber estar sin dar demasiado. Artista de crear adicción con su táctica del una de cal y otra de arena. La coleccionista.

La coleccionista puede irrumpir en tu vida de muchas maneras. Amaño, sorpresa, amistades en común, trabajo, aburrimiento,.. Da igual el modo, porque se hará notar e impactará contra tus sentidos. Ya sea con tintes ácidos y desafiantes o agradables y cercanos, está programada para pisar bien sin importar el tamaño de sus tacones y lo sabe. Te dejará huella, no lo dudes. Para irrumpir es lo contrario de la misinda.

La coleccionista sabe […] (continuar leyendo)

La misinda

Inspirado en reflexiones como las de #SeñorasQue analizan al terrorista sentimental, yo podría compartir la de «la misinda». Una manera como tantas de denominar a ese tipo de mujer del que todos conocemos gran cantidad de ejemplares y que nunca estamos a salvo.

La misinda es esa clase de mujer, aunque a veces puede que sin clase, que aparece precisamente en un día en que necesitas ser escuchado o tener una pausa en tu rutina. Con unas palabras cariñosas adornadas de risas ñoñas, miradas de comprensión y voz dulce irrumpe en tu vida despertando en ti una llamativa complicidad. Resulta a su vez como un oído generoso y paciente que sabe escuchar como nadie pero con una boca que sabe callar como menos aún. Porque ella siempre evitará hablar de sí misma.

La misinda te invitará a que le cuentes tus problemas y pensamientos sin apenas manifestarte opinión alguna. Y si de verdad quieres que se calle invítala a que te hable de sí misma, de su vida, de su pasado, de sus planes, de sus desamores. Con ella no descubrirás la riqueza del español, porque para evitar contestar a lo planteado dirá «no sé» o cambiará a un rostro triste acompañado de un «prefiero no hablar de ello». Y entonces erróneamente caerás en su red […] (continuar leyendo)