Con el cierre del bar Valencia, mis camaradas y yo quedamos huérfanos de cocina típica y plato contundente. Estuvimos mariposeando por varios lugares con menú diario y de mayor clientela, servicio de lo más variado y sobre todo peor cocina. Decepción tras decepción hubo una que nos sorprendió porque lo peor no era la comida en sí.
Lo primero que nos pareció fuera de lo esperable fueron los camareros. Es habitual que en todas las profesiones haya gente pa to. Pero suele estar distribuida y no concentrada en un solo bar. Era la manera de hablar, de intentar hacerse entender, de reaccionar, de caminar,.. Con esto ya hubo quien se atrevió con una hipótesis que expresó, palabras textuales, sutilmente: «estos camareros tienen que haber ido al mismo colegio de educación especial».
Lo segundo que nos pareció fuera de lo admisible fue tomar al cliente por mentecato. Cuando se come de menú diario suele […] (continuar leyendo)